La adolescencia es el infierno. Becky lo sabe y lo sufre a diario en sus propias carnes: en clase no aprueba ni una y le hacen bullying, en casa sus padres se están separando y todo son gritos. Odia el sistema, el mundo, y solo quiere desaparecer. Hasta que descubre un vídeo de las Pussy Riot, se compra un pasamontañas y se convierte en Becky Riot. Enmascarada, spray de improvisada grafitera en mano, busca ocultar ansiedad, granos, virginidad y soledad. “Homer Simpson es la figura paterna que comparte nuestra generación. He aprendido más con él que con mi propio padre”, suelta una descreída y cínica Becky, que se refugia en su único amigo tan inadaptado como ella, para tratar de sortear el difícil día a día.