Cuando Vera era niña, un demonio rondaba su casa y acosaba a su madre, martilleándole los nervios hasta postrarla en cama durante días. Entre las sesiones de exorcismo con la meiga y las citas con el psiquiatra, año tras año, la superstición se desvanece para dejar paso al diagnóstico. Pero, a pesar de los malos tratos, la enfermedad y las excentricidades, el amor de una madre y su hija es más fuerte que cualquier otra cosa, sobreviviendo al paso del tiempo y a las tormentas. El Cuerpo de Cristo es la declaración de amor de una hija a su madre, a la que tiene que cuidar siendo demasiado joven, pero también es el retrato trágico y universal de una mujer encerrada en su papel de hija, madre y esposa en una España patriarcal, pobre y católica.