Hora del desayuno en París. Simon, Marie-Jeanne y su hijo Pierre hablan de sus proyectos de vacaciones. Comentan qué hacer con el gato, al que no pueden llevar con ellos. Simon se siente encerrado, prisionero. Simula tener migraña y sale del apartamento para ir al trabajo, bajo los ojos inquietos de su hijo. Ahogado por la ciudad y por sus habitantes, Simon decide huir. Se sube al primer tren que sale de la estación. Nuevamente agobiado por la multitud se baja en una estación. No sabe dónde está ni adónde va. Abandona su pasado.