La vida de Teresa siempre ha sido una larga y reconfortante línea recta. Una autopista que, para admiración de todos, ha alcanzado puntualmente los objetivos correspondientes. Así que no es ninguna sorpresa que Teresa logre una beca para ir a Berlín a trabajar en una gran exposición sobre el descubrimiento de la tumba de Tutankamón. La línea recta, por el contrario, no figura en la geometría de Ruben, un joven artista italiano que se mueve por la ciudad con la curiosidad y la espontaneidad de un niño. Para él, la gran urbe se presenta ante sus ojos como un parque de atracciones inmenso. Cuando Teresa y Ruben se encuentran, sus respectivas geometrías entran en colisión y cambian su trayectoria para siempre.