Al hilo de la magnífica acogida que merecieron La guerra de Alan y La infancia de Alan, Emmanuel Guibert continúa el espléndido fresco sobre la vida de Alan Ingram Cope, su querido amigo norteamericano. En un ejercicio de evocación cargado de nostalgia, mediante un dibujo suntuoso, Guibert consigue captar la esencia de una América extinguida, al tiempo que rinde un emotivo homenaje a una persona humilde y entrañable, alguien que solía decir: «Somos las personas de las que hablamos.»