Candor del descubrimiento, inversión libidinal de la lectura, bulimia de las imágenes, pulsión, frenesí y subversidad irreductible del slapstick...: Jacques Floret recuerda sus emociones como joven lector de historietas. Recuerda a los Katzenjammer Kids cuando aparecieron bajo el título de Pim Pam Poum en Le Journal de Mickey. Recuerda la calidad del papel, recuerda el olor de la tinta y un sinnúmero de detalles de impresión que abrieron abismos de perplejidad. Inmóvil pero vibrante frente a la página, la caída del relato tenía entonces el mismo valor, despertaba la misma excitación que un cambio de color, un pasaje repentino en duotono o un guiño del autor a su lector solitario.