La silenciosa vida de una pareja de jubilados en la Finlandia rural esconde, tras su galería de pequeñas miserias y tesoros cotidianos, algo más grande: la proximidad de la muerte y la fuerte presencia de la naturaleza que les rodea, provoca en el marido la urgencia por tomar consciencia de sí mismo, emprendiendo un viaje sensorial donde la memoria y lo onírico se diluyen hasta llegar a confundirse. Musturi define el paisaje ártico con una insólita paleta cromática capaz de detallar desde la quietud que todo lo envuelve hasta los avatares de la cotidianidad doméstica. Como en la obra de su compatriota el cineasta Ari Kaurismäki, nos encontramos ante un relato paródico y realista por igual, que entronca la impotencia y el humor con el drama.