Esto es un homenaje pequeñito a la comida de mi niñez que estuvo en manos de mujeres espectaculares que me enseñaron a ser quién soy. Esto es un recordatorio para nunca olvidar lo que aprendí de ellas a través de la comida. También es un homenaje a mi apetito, que desde siempre ha sido insaciable y me ha llevado a descubrir grandes cosas en mi vida, pero que también me ha resultado motivo de vergüenza, por tener estómago de trailero y no de princesita, aunque esto ya no importa porque hoy celebro quién soy. ¡Qué vivan las recetas que nos sacan suspiros y nos hacen viajar a lugares y a personas que amamos.