Siempre quise hablar con los animales recopila ilustraciones y apuntes en cuadernos íntimos donde el dibujo se convierte en una forma de escucha, una manera de procesar emociones y de explorar, sin juicio, la salud mental, la memoria y el deseo de ligereza. A medio camino entre el diario personal y la observación salvaje, este libro es también una cartografía emocional en la que las estaciones del ánimo se suceden sin lógica aparente, pero con una profunda verdad interior. Aquí el dibujo es palabra, cuerpo y refugio.