Amalia, decepcionada de la vida tras un fracaso amoroso, ocupa el puesto de portera del edificio que dejó su madre al morir. Su intención inicial es refugiarse durante un tiempo de ese mundo que considera hostil. Pero han pasado los años y el plan ya le está bien, no necesita más. Ahí en su semisótano vive tranquila con su rutina, sus libros y su querido gato.