Kitaro y compañía viven en la miseria debido al aumento del precio del arroz, y su único alimento consiste en un panecillo en cada comida. Nuestro héroe decide buscar trabajo y acaba contratado por el magnate Moriwaki como cobrador de unos morosos muy peculiares: los yokais Mononoke y Suijin, quienes habían contraído una deuda por valor de mil yenes en 1920. Kitaro emprende un viaje de un mes que lo lleva a un pueblo en los confines de la planicie de Musashino, a cien kilómetros al oeste de Tokio, invadido por una plaga de mosquitos.