No hay justicia en la rueda ciega de las cosas, afirman los gurús en la corte de los milagros del Khan. Solo la destrucción es verdadera, aseguran, con el enemigo a las puertas, y sin embargo allá, en lo alto, los maestros de obra siguen añadiendo un piso tras otro a la torre, perforando las nubes con sus andamios. Ay de ti, Babilonia, se oía gritar por los campamentos. Y ahora, cae la noche, en torno a las hogueras, alguien murmura bajo el casco gálico: el general ha muerto. Viva el general.