Marzo de 1845. Entristecido por la muerte de su hermano, cansado de las ciudades y de la sociedad, que considera demasiado rígidas para poder llevar a cabo su labor pedagógica, el filósofo-poeta opta por regresar a la vida sencilla de la naturaleza entre las paredes de una cabaña rudimentaria construida por él mismo junto al agreste lago Walden. Para él, mientras está en el bosque, el gobierno simplemente no existe. Es en este contexto en el que escribe varios ensayos que harán de él una figura clave en el panorama intelectual de su época y que lo prefiguran como el padre del pensamiento libertario, como un antiesclavista furibundo y como uno de los primeros ambientalistas de la historia, cuyas ideas resuenan cada día de modo más actual.