A través de la conversación entre un viejo pintor y su modelo, el artista rememora todo lo que sabe del amor y, más concretamente, sobre la relación de los hombres y las mujeres con el sentimiento amoroso y el amor físico. Ha visto y vivido mucho y conoce desde hace tiempo la historia de los sentimientos y los deseos. Pero siempre será como el arlerí, un pequeño pájaro frágil y caprichoso, del que dicen que no tiene cerebro. Tras este cara a cara el autor trata de medir la distancia del abismo que separa a hombres y mujeres, medir con el fin de tender un puente.