¿Quién le cerró los ojos a Mequinenza aquel fatídico día de 1971? Tal vez fueron sus habitantes los que necesitaron que alguien les cegara para no ver, para no sentir que sus casas y sus vidas -como tantos otros en Aragón- quedaban reducidas a escombros sumergidos en el agua. Su historia y su memoria, relatada por Jesús Moncada desde ese camino de sirga que da título a la novela, ha hecho que la población, la literaria y la real, sea conocida mundialmente.