Cambio climático, crisis energética, adicción a la tecnología, consumo a ultranza… Nuestro modo de vida nos aboca inexorablemente al colapso y a la extinción, pero lo hemos interiorizado y normalizado. Hemos comprado el relato. Nos hemos habituado a que el dinero sea el fin último, a entregarnos diariamente al consumo voraz de ficciones escapistas sin verdadero sentido, a creer que los seres humanos somos malos por naturaleza. En estos tiempos de premura y zozobra, nos queda sin embargo una herramienta muy poderosa, nuestra seña de identidad como seres humanos: la imaginación.