Rosángela está al frente de una consulta como dentista y lleva una vida confortable casada con Mario, una eminencia de la medicina que se mueve en las altas esferas de su profesión. Rosángela ya no es tan joven pero todavía no es mayor. Tiene dos hijos, una casa en la playa y acaba de estrenar un coche que habla con orgullo de su posición social. Digamos que no le va nada mal. La doctora también tiene una prima hermana con menos suerte que ella, pero tocada de una sonrisa rutilante. Una sonrisa que cada vez que le amanece en los labios despierta en los de Rosángela el sabor de la hiel.