Si el alfabeto es ideológicamente neutro, no lo es un abecedario ilustrado: de entrada la elección de las palabras ya delata unas afinidades y unos rechazos, mientras que los dibujos, que tendrán que funcionar como una definición gráfica de la palabra, afirmarán unos aspectos de su campo semántico y negarán otros. El resultado, ese diccionario finamente irónico, poético y provocativo, descriptivo y mordaz, no es sino el reflejo de una concepción del mundo.