Todos guardamos un secreto y Raoul Taburin tiene uno inconfesable. Ha aprendido a disimularlo, pero el peso empieza a ser insoportable.
Siempre se ha entregado en cuerpo y alma a su gran vocación. Si alguien hay que lo sepa todo de cambios de marchas, calapiés, rodamientos de bolas, piñones, cámaras y neumáticos, ese es Raoul Taburin, el dueño del taller de bicicletas del pequeño municipio francés de Saint-Céron. Su reputación es tal que, en toda la región, una bici no es una bici, sino una taburina.