El Equivocablo no vuelve porque nunca se ha ido. Solamente da una nueva vuelta de tuerca en el bocavolario más desternillante que te hará perder algún tornillo.
Esta segunda parte del libro continúa escapando de las normas dramaticales, conjugando con jugo jugosos juegos de palabras, más fructíferos y ácidos que una caja de limones.