11 de marzo de 2011. Un terremoto de una magnitud excepcional sacudió el archipiélago japonés. Casi instantáneamente, como si la tierra, el mar y el cielo contaran con conexiones electrónicas, las olas, los escombros, las carcasas, el fuego y pronto la nieve, y pronto las radiaciones nucleares se extendieron por las pantallas de todo el mundo. Se mezclan en un barro deforme de palabras, comentarios, análisis... trayendo sabiduría y emociones por doquier como el agua lleva los cadáveres a Tôhoku.